Ayer dio una conferencia Alan Sokal en la Fundación Areces, coorganizada por la RSEF. Siendo Sokal un personaje mítico y el tema de las injerencias ideológicas en la ciencia algo tan actual parecía necesario asistir a esa conferencia aunque fuera on line (por cierto quedó grabada, claro).
En tiempos en los que las injerencias ideológicas de la ultraderecha trumpista en todos los organismos científicos estadounidenses está siendo demoledora, el conferenciante consideró que eso es más o menos obvio y no requiere más comentario. El rechazo a la teoría de la evolución, cuya enseñanza está entre prohibida y limitada en multitud de estados fue despachado con que es un asunto casi folclórico, que los científicos serios no caen en eso y que no afecta al desarrollo de la ciencia real. El asunto de su conferencia era “el dogma”, políticamente instaurado, de que el sexo es algo declarado en vez de la obviedad biológica de que sólo hay dos sexos y que son evidentes, siendo cualquier otra cosa muy minoritaria y patológica. Le presentaron como “de izquierdas” y, aunque no de forma explícita, asumió ese papel. Insistía en que hay que respetar a las personas trans completamente, pero que eso no debería interferir con las consideraciones epistemológicas de la ciencia. Que cualquier causa legítima debe ser defendida, pero sin nublar la evidencia. Demasiados “peros”.
Me voy a permitir criticar su discurso también en nombre de la ciencia y la epistemología. Sin duda la naturaleza es como es y pretender torcer esa visión es un error por muy noble que sea la motivación que te empuje a intentarlo. Pero las categorías en que colocamos nuestras observaciones no son naturales. La observación muestra personas con una gran variedad de situaciones sexuales. También muestra que dos situaciones (los sexos masculino y femenino, cis, hetero) son bastante mayoritarias y encajan bien con el discurso evolutivo. A partir de ahí “la ciencia” no dice nada. Elegir esos dos sexos como “lo normal” y todo lo demás como “patológico” es una decisión humana, política. Análogamente, decidir que todas las personas que experimentan una situación sexual de la que disfrutan razonablemente y que no les hace sentir mal son sanas y su condición es “normal” también es una decisión política.
Decía Sokal en la conferencia que el apropiamiento ideológico de “la ciencia” de forma partisana socava la imagen social de esa forma de conocimiento tan extraordinaria que es la ciencia, y coincido plenamente con ello. Solo que justo a continuación hizo exactamente eso, apropiarse de “lo que dice la ciencia” para defender una postura política que, en realidad, no la ha dicho la ciencia.
Criticaba Sokal lo que llama “cancelación”, el hecho de que se critiquen posturas como la que defendió. Lo que le parecería correcto es que se discutieran en un contexto científico, no que se critiquen políticamente. Como he intentado mostrar antes, yo creo que su postura es profundamente política y, además, toma el nombre de la ciencia en vano. Por tanto, considero más que razonable criticarla en ese contexto. Por esa razón dejé de ver la conferencia y no volveré a leer nada de este señor. Aunque le llamen “cancelación” yo reclamo mi derecho a elegir lo que leo, y solo el año pasado se publicaron en España 90.000 libros; que entre mis 30 o 40 no haya nada suyo tampoco debería resultar tan extraño.