En las universidades y centros de investigación hay muchas personas expertas que pueden ilustrar noticias magníficamente. Ingenieros eléctricos que expliquen apagones, sociólogos que maticen encuestas, astrónomos que comenten descubrimientos de exoplanetas y así sobre cientos de temas. Para que eso ocurra los periodistas han de contactar con las expertas correspondientes y estas han de responder en un registro adecuado. Ni lo uno ni lo otro funcionan todo lo bien que nos gustaría.
Hay pocos directorios de expertos y los que hay no son muy exhaustivos. Al final las periodistas suelen tirar de personas que ya conocen, de su “agenda” personal. Se puede llamar al gabinete de comunicación de un centro, de una universidad por ejemplo, y pedir que te localicen alguien que comente un premio nobel recién otorgado. Muchos de esos gabinetes de comunicación de centros públicos funcionan también por su conocimiento personal, y saben que muchas personas expertas rechazan hablar con medios de forma general. En centros privados, en cambio, son más conscientes del valor reputacional de que su nombre aparezca en medios como referencia experta, da igual el tema. Eso hace que “animen” a su personal a atender a los medios, algo que en el entorno público no se acepta bien en general.
Por otro lado, hay multitud de experiencias desagradables del lado de las personas expertas, su rechazo a los medios en muchos casos es inducido, no se trata de un elitismo a priori. Especialmente los programas de televisión maltratan a sus invitados citándolos y luego no atendiéndolos, dejándoles un tiempo insuficiente para explicarse, recortando la explicación, o colocándolos en situaciones de debate asimétrico en las que les fuerzan a quedar mal. También en medios escritos te dicen que te pasarán tus declaraciones para revisar que se han transcrito bien y no lo hacen, se sacan titulares fuera de contexto, etc. Vamos, que colaborar con medios no es un camino de rosas para los académicos.
¿Conclusión? Del lado de los medios, molaría que trataran mejor al personal académico (y ya puestos a todos en general). Del lado de científicos y estudiosos, hay que gestionar la cosa. Yo creo que hay que esforzarse por aparecer lo máximo posible, todo el espacio que no esté siendo ocupado por expertos se llena de pseudoexpertos, lo que es mucho peor para una sociedad bien informada. Hasta cuando el tema te toca de refilón, seguramente un académico dará mejor información que un “todólogo”. Pero ese máximo no quiere decir aceptar cualquier cosa. No se deben “blanquear” debates torcidos, programas que son directamente pseucientíficos (y no quiero señalar a ningún “misterio lover” en concreto) y ese tipo de situaciones. ¿Dónde está el límite? Eso ya es una cuestión personal.
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