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sábado, 6 de julio de 2019

Cosmovisión orgullosa


Hoy es el día del orgullo (que antes se llamaba "orgullo gay" y ahora ha recortado para no dejar a nadie fuera sin extenderse en la larga lista de letras que denotan la sexualidad líquida). Mi padre refunfuña contra "los maricas" y argumenta que es un cuestión personal, como ser moreno o ser guapo, y que sentir orgullo por eso es una tontería. Es verdad, pero no es toda la verdad. También ocurre que esa "cuestión personal" ha sido ilegal hasta hace cuatro días y sigue siendo objeto de discriminación y hasta violencia. Ahí es donde adquiere una dimensión social que bien se exterioriza en reivindicaciones y desfiles. Seguramente hay más verdades aún, no es fácil agotar una cuestión como esta. Pero cada uno de los dos paramos ahí. Él porque se queda a gusto con un razonamiento que le refuerza sus posiciones y yo con el mío que hace lo propio. Es en este sentido que se suele decir que no somos seres racionales sino racionalizadores, en que partimos de una postura prefijada y razonamos lo que haga falta para justificarla.

Cada uno racionaliza para que el análisis de lo que estamos considerando se ajuste a "sus posiciones", Pero ¿qué son exactamente esas posiciones? La palabra es un poco grandilocuente, pero yo diría que se trata de su cosmovisión, literalmente, su forma de ver el mundo.

Todos tenemos una cosmovisión, más o menos elaborada, coherente o explícita, pero alguna. Todos los seres capaces de moverse han de tomar multitud de decisiones para hacerlo; y para que las decisiones resulten operativas en el mundo en el que se desarrollan, es necesario anticipar lo que va a ocurrir. Esa anticipación se consigue a través de un modelo mental del mundo. Todos sabemos que se si nos escurre algo de la mano caerá al suelo. Bueno, todos los que pasan de los dos años, porque a esa edad las crías de humano pasan muchas horas tirando cosas al suelo (para desesperación de sus progenitores) probablemente para ajustar su modelo mental al mundo con el que interactúa. Empezamos pues con un modelo mental de la física, la mecánica y la resistencia de materiales, pero también de la interacción con otros humanos: es proverbial la gestión del llanto y las rabietas de nuestras crías.

Vamos generando una cosmovisión en la infancia que se va complementando con la información de la etapa escolar, con las vivencias en los grupos de amigos, etc. Todo lo que aprendemos o experimentamos va esculpiendo esa visión del mundo. La manera de integrar cada nueva pieza de información a esa cosmovisión está mediada por como era hasta ese momento, lo habitual será inetrpretarla en términos de lo que ya conocemos, lo que ya nos gusta, "racionalizar" a fin de cuentas. En la medida en que varias piezas nuevas encajen mal en la cosmovisión previa se irán acumulando tensiones y, eventualmente, se producirán cambios de opinión, reajustes del sistema entero. De hecho, cuando se me ha ocurrido esto que escribo, tenía en la cabeza "las revoluciones científicas" de Thomas Kuhn, que propone ese mecanismo para el avance de las ciencias: la ciencia "normal" en la que hay un paradigma bien establecido, los científicos van experimentando e interpretando resultados en el marco del paradigma, y acumulan las discrepancias (sin hacerles demasiado caso), hasta que son demasiadas y fuerzan un síntesis superior en un período "revolucionario". La analogía es clara, lo que en la ciencia es un proceso social que mantiene un paradigma, en lo que venía contando es un proceso individual que mantiene una cosmovisión. Cerrando un ciclo autorreferente, racionalizando sobre cómo se me ha ocurrido una idea, "valido" el mecanismo de racionalización de argumentos... (no sin cierto dolor de cabeza).

Entre aprender como caen las cosas al suelo y tener una opinión política sobre la manifestación del orgullo hay un larguísimo camino de elaboración de la cosmovisión de cada uno. De ese camino se me ocurren algunas pinceladas interesantes: (i) en algunos individuos es puramente inconsciente, mientras que en otros es consciente (al menos parcialmente), voluntario y requiere de esfuerzo; (ii) Aunque nunca sea internamente coherente en todos sus extremos (Gödel sabe que nunca es nunca), la coherencia es una característica a la que damos valor, nos tranquiliza; (iii) En algunos aspectos, como el político, hay cosmovisiones alternativas que se ajustan igual de bien a la realidad, condenándonos al conflicto izquierda/ derecha hasta que haya datos como para superarlo (if any).

Bueno, continuaremos racionaliando sobre estas cuestiones en algún otro momento.


Bonus: Sobre la relación entre la cosmovisión, la conciencia (que no son algo tan distinto) y el origen evolutivo de ambas, este video estupendo: The Origen of Consciousness

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Esa foto tan bonita la he tomado del ABC, que la publicaba en 2017 ilustrando cuando se celebra el orgullo, y en conmemoración de qué, los disturbios de Stonewall de los que este año se cumplen 50.

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