Páginas

viernes, 3 de octubre de 2025

Visita guisada

Escribiendo un correo de invitación a una visita guiada se me ha ido la tecla a guisada, y me ha parecido una errata que merece la pena comentar. Le llamamos "metadatos del arte" a las cartelas, hojas de sala o cualquier pieza de información racional (texto casi siempre) que no forma parte de la obra (pero casi) y que sirve para identificarla y contextualizarla de alguna forma. Sobre eso he escrito alguna cosa en este blog en 2022 y 2024. Mi punto de partida, como buen racionalista, era el de reclamar unos metadatos extensos. Sin embargo tras muchas conversaciones, bastantes con Patxi, el autor de la exposición guisada, voy apreciando también la descontextualización. Es como pasear por una ciudad que no conoces sin plano (y menos navegador). Una sensación de descubrimiento, de cierta aventura, que sin duda mola. Pero bueno, tampoco romanticemos demasiado, depende de la ciudad y del barrio. Hay muchos lugares donde sentirse perdido lo único que genera es miedo (al menos a mi). 

Parece que el nivel de metadatos depende de la situación, en particular de cuanto de familiarizado esté el espectador con el tipo de obra que contempla, como lo alejada que pueda estar la ciudad del paseante de la suya de origen. Nos dicen que la música es un juego de expectativas entre lo que la armonía sugiere que va a sonar a continuación y lo que realmente suena. Para que ese juego resulte agradable la complejidad de la pieza tiene que caer en el rango de experiencia del oyente. Por eso las canciones infantiles son inmensamente simples y la música contemporánea solo la disfruta un puñado de entendidos. Del mismo modo, los "entendidos" que pueden encontrar las referencias de la obra plástica sin que se las señalen la disfrutarán mucho más sin guía, siendo actores de ese descubrimiento. A cambio, quien no pille las referencias se encontrará perdido como el paseante en un barrio extraño.

Hay que guisar las exposiciones en su justa medida, ni tan poco que te quede muy dura la pieza, ni tanto como para que te quede desmigada. Y encima cada comensal tiene su gusto (¡y su dentadura!)

4 comentarios:

  1. ¡Me encanta la errata de "visita guisada"! Es una imagen perfecta para reflexionar sobre los "metadatos del arte".

    El dilema que planteas es central en la museografía actual: ¿cuánto debemos contextualizar? La analogía musical es clave: la experiencia placentera reside en esa "zona de confort cognitiva" donde la obra es lo suficientemente familiar para ser accesible, pero lo bastante compleja para ser un descubrimiento.

    Si "guisamos" demasiado, la experiencia es pasiva; masticamos lo que ya está pre-digerido. Si no "guisamos" nada, es una pieza "dura" y excluyente, generando esa sensación de miedo/pérdida del paseante sin mapa en un barrio extraño.

    Creo que la solución no es un punto medio, sino la flexibilidad de capas. El museo (o blog, o ciudad) debería ofrecer la opción de tener el "GPS activado" para el que lo necesite (metadatos extensos, cartelas claras, guías) y la posibilidad de "desactivarlo" para el "entendido" que busca la aventura de la descontextualización y el descubrimiento activo.

    Al final, se trata de hacer la obra hospitalaria para todos los "comensales", independientemente de su "dentadura" o nivel de "entendimiento".

    ¡Muy buena reflexión! Un saludo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hey, muchas gracias! Tienes razón en que la solución buena es la de ofrecer posibilidades y que cada cual elija la que le resulte más conveniente. Esa es la aproximación del "diseño para todas las personas" que se aplica (incluso por imperativo legal) en temas de discapacidad, pero que deberíamos interiorizar en cualquier cosa. No lo había relacionado pero coincido plenamente

      Eliminar
  2. Si, interesante errata e interesantes comentarios!. En lo que me toca, como autor de la instalación en "crudo" (y también de la versión "guisada") y por aportar otro punto de vista, quiero recordar el hecho de que la obra de arte no es un producto, y que por ello ni aspira ni puede ser 100% explicable, al modo de una receta. Porque incluso como artista, en el puro acto de creación, tampoco se tienen todos los datos. Así que, si yo no los tuve mientras trabajé en la obra, ¿porqué insistir en el carácter explicativo a posteriori? y a la hora de mediar, ¿no tendría más sentido sin embargo abundar en esa zona desconocida que ningún metadato sería capaz de retratar, y que es a la postre el motor real de toda creación, su sentido último? Si la naturaleza del arte permanece inasequible a su explicación, lo es porque el acceso a esa naturaleza no se hace a través de una zona de confort o de comprensión racional, sino que se produce como asalto intempestivo a la misma. Por eso la recompensa del arte no es el éxito, sino la embriaguez.

    ResponderEliminar
  3. Realmente, lo que viene a ser una aporía. Recibid un saludo!

    ResponderEliminar