He encontrado este texto que andaba por el Evernote con fecha 6 de agosto de 2014. No sé porqué no lo publiqué entonces, vaya ahora (btw, no sé a que asamblearismo "actual" hace referencia)
Se cambia la representación de estudiantes en el claustro. Ahora en vez de elegirse por facultades se elegirán globalmente para toda la universidad. Puestas así las cosas habrá que convocar una asamblea. El Decano nos cede el salón de actos y se ponen carteles en las puertas de los diferentes módulos. Aquella facultad tenía 4000 estudiantes, de los que se presentaron a la asamblea algo menos de 50. ¿Eramos representativos? Por un lado eramos obviamente pocos, pero por otro todo el mundo estaba convocado, así que los que no aparecieron renunciaban expresamente a decidir, es como si delegaran en nosotros ¿no? Votamos y salió que si eramos representativos. Pero alguno de los que perdió la votación comentó que no estábamos legitimados para decidir sobre si eramos representativos. Dado que la democracia es el valor supremo, pasamos a votar si la representatividad el colectivo podía ser objeto de votación. Completada una iteración podíamos ya pasar infinito tiempo decidiendo democráticamente sobre las decisiones democráticas.
El suceso anterior tuvo lugar en realidad, ocurrió (más o menos así) en la Facultad de Ciencias de la UAM allá por los primeros 80. En aquellos años hubo muchas asambleas. Incluso tuvimos un proceso constituyente, en el que intentamos redactar la nueva constitución universitaria (los Estatutos) al amparo de la reciente ley de Autonomía Universitaria. Ocurrieron cosas muy curiosas, como un viernes en el que el Claustro Constituyente quedó con mayoría de estudiantes, y se aprobaron un montón de enmiendas inaceptables por la mayoría real (ausente en ese momento). Claro, luego hubo una votación a la totalidad y se rechazó el proyecto de estatutos en su conjunto, haciendo inútil aquella tarde de representatividad ficticia.
La universidad era como un mundo de juguete, porque al acabar la jornada te subías al tren y volvías a un mundo real. Quizá esa sensación de juego de rol ayudaba a mirar esas asambleas con cierta distancia y poder aislar la complejidad de la toma de decisiones de las propias decisiones que se tomaban (y con las que algunos llegaban a enardecerse brutalmente). Ahora nos vemos en aquel mundo de verdad imbuidos de un espíritu asambleario en el que parece inevitable reconstituir pilares básicos del estado en que vivimos, desde los territorios que lo componen a la forma de estado, pasando por la ley electoral. Lo malo de esos procesos asamblearios es que no tienen una solución técnicamente satisfactoria. Hay multitud cuestiones indeterminadas, quién ha de votar qué, entre qué opciones se plantea una votación. Y es que estas cuestiones tienen un sustrato matemático importante (paradoja de Condorcet, teorema de Arrow) cuyas conclusiones son bastante descorazonadoras. En resumen, si planteamos una serie de requisitos, aparentemente obvios para un sistema de elección, se puede demostrar que no hay posibilidad de que se cumplan todos a la vez.
¡Qué tiempos aquellos de las asambleas universitarias en los 80, en los que discutíamos para empezar de si lo que si se decidiera o llegara a votar sería vinculante!
ResponderEliminarEs verdad, lo siguiente a si eramos representativos era el grado de vinculación de lo decidido. Nos parece que son cosas del pasado porque nos hemos alejado de ciertos entornos, por mis hijos sé que siguen discutiendo lo mismo ;-)
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