Puede parecer que preguntarse por el coche eléctrico es dudar del despliegue de la tecnología necesaria para la electrificación de la automoción. Sin embargo lo incómodo es el propio concepto de "automoción", el problema no es la palabra "eléctrico" sino "coche". ¿Por qué hay que desplazar 1500 Kg de hierro para transportar a una persona de 80 Kg? Pues por cuestiones emocionales, no es una decisión racional. Un coche produce sensación de libertad, el placer de conducir, disponer de un pedazo de espacio tuyo allá donde vayas. Sin coches no se podría mantener la vida burbuja que tanto abunda en algunos países y en la que nunca se sale a la intemperie (residencia, trabajo y centro comercial y de ocio). El coche es pues un elemento cultural, incluso de identificación personal, no un medio de transporte racionalmente diseñado. Esos valores intangibles (sensación de libertad, de poder, de complemento personal, de ostentación, etc.) son clave para que se pueda construir una necesidad muy sofisticada y maleable sobre la necesidad real y tangible de la movilidad. Esa necesidad sofisticada ha dado lugar a una industria enorme que mueve cantidades ingentes de dinero; y por tanto da trabajo a muchas personas, claro. Pero del mismo modo es una empresa intensiva en materias primas y energía. La movilidad en coche no es sostenible, o cuando menos, hay alternativas muchísimo más sostenibles. Pero como en el mix de valores culturales que ganan fuerza, la sostenibilidad y el valor ecológico van ganando peso, la automoción se enfrenta a un problema importante. ¿Solución? un oxímoron, el coche ecológico. Un concepto que se materializa, para empezar, en el coche eléctrico.
El coche eléctrico sigue siendo un coche, y por tanto: (1) requiere de un montón de materiales para ser construido (algunos escasos y producidos en zonas de conflicto), (2) desperdicia energía (ha de mover muchos kilos inútiles por kilo de pasajero) y (3) sigue siendo contaminante, la electricidad no deja de ser un vector energético y la producción primaria sigue hoy lejos de ser renovable. Es verdad que un gran parque de coches eléctricos serviría para equilibrar la curva de demanda energética diaria y facilitaría el almacenamiento que necesitan las renovables para ganar un peso importante, pero es un beneficio medioambiental muy marginal para los prejuicios que supone.
Llegados a este punto hay gente que suele reclamar que la posibilidad de tener coches compartidos y la conducción autónoma son la ventaja definitiva. Lo de compartir el coche no lo termino de ver; en el lavado de ropa, aunque se pueden compartir las lavadoras (lavanderías, cuartos de lavar por edificio, etc.) culturalmente no encaja, menos aún en ese símbolo de libertad que encarna toda una forma de vida que es el coche. Si estamos dispuestos a renunciar a esos intangibles, mucho mejor el transporte público (autónomo, al menos para el que viaja, y compartido) y, si queremos afinar, con un patinete eléctrico para "la última milla", el camino entre la parada y el destino final. Esa es la opción realmente sostenible para la movilidad, la razonable. Bien es verdad que no está exenta de problemas: (1) exige otro tipo de valores culturales, de intangibles, (2) ya no tenemos un vehículo para todo (si hemos de llevar niños, o maletas, si es un viaje urbano o interurbano, etc.) y (3) el ahorro medioambiental también lo es económico, por lo que se perderían muchos puestos de trabajo (y acumulaciones de riqueza).
A la vista de todo esto, la cuestión tecnológica es casi lo de menos en la evolución de la movilidad; son los valores culturales y la economía lo más definitorio. Y en para ellas, el papel de los gobiernos es clave: regular en un sentido u otro, a una velocidad u otra, saca actores del mercado o genera enormes nichos nuevos. Un ejemplo de esto último es el de los patinetes de alquiler, que llenaron Madrid hasta que "se dieron cuenta" y un cambio de regulación los sacó del mercado. En mi opinión, los gobiernos no están actuando bien, no tienen un auténtico plan de futuro y, en última instancia, son demasiado rehenes de una industria que mueve mucho dinero y empleo. Pan para hoy que nos puede dejar sin planeta.
Un tema que sabes que me fascina. Dos notas para añadir a la discusión. Primero, las infraestructuras son tan importantes o más que el tipo de vehículo y la interacción entre ambos suele ser muy importante para definir que tipo de movilidad se vuelve mayoritaria.
ResponderEliminarSegundo, necesitamos ir a soluciones inclusivas para que nadie quede fuera de la movilidad. Es algo que favorece al transporte público y que, hasta ahora, ha apoyado al automóvil frente a bicicleta o los patinetes.
Y para terminar con un poco de polémica ¿Quizás es tiempo de pensar en nuevos diseños de vehículos específicos para la ciudad? Vehículos pensados para circular a bajas velocidades, validos para cualquier condición climática y limitación física además de poco agresivos con los peatones. Ni un automóvil clásico ni una bicicleta de carreras cumplirían con esos criterios.
Totalmente de acuerdo. De hecho tu sabes mucho más que yo de todo esto. Me lancé a escribirlo después de una conversación encendida con unos amigos, porque hay mucho desconocimiento y mucho "ake claim" en este tema y, por lo menos, que unas ideas básicas queden claras.
ResponderEliminarPor cierto, la referencia a las lavadoras, obviamente, te la he copiado a ti, al menos que quede el crédito en el comentario dado que no lo puse en el texto ;-)
Puedes usar la referencia con total libertad. Si la recuerdas, es que el ejemplo sirvió para transmitir el mensaje...:) De todas formas, los aspectos culturales son impredecibles y una predicción es algo fuera de mi alcance. Aunque leer sobre estos temas, te lleva a descubrir cambios curiosos. Por ejemplo, en esta web navarra puede leerse un relato de la historia del patinete en los últimos 100 años y sus saltos entre producto solo para niños o también para adultos (https://feelnavarra.com/el-patinete/).
ResponderEliminar¿y cuando se dio el último cambio? ¿Cuándo el patinete dejó de ser algo infantil y empezó a atraer de nuevo a los adultos como medio de transporte? Yo diría que hacia el año 2000, cuando le añadieron un motor eléctrico y algún actor, entonces bien valorado, empezó a dejarse ver con uno.... (https://www.sfgate.com/bayarea/article/PUSH-POWER-Scooters-rule-the-block-again-3237676.php). Y con el tiempo, surgieron las empresas de alquiler y el hype alrededor.
En cuanto a la referencia a que los "gobiernos" deben regular en un sentido u otro, estaremos de acuerdo. Pero la pregunta que me formulo es ¿como sabrán "los gobiernos" en que sentido legislar? Las teorías y argumentaciones tradicionales del Derecho se fundan -en esencia- en análisis ideológicos. Para establecer si una conducta humana es "correcta" se nos remite a conceptos como buen padre de familia, conducta razonable, buena fe.... Incluso se nos habla de moral, orden público...En definitiva, todo ello conceptos indeterminados y de difícil precisión. Tal vez, para que el "legislativo" dicte normas más eficientes el Derecho debería "abrirse" a otras ciencias. Ayudarse de otras "herramientas". Pasar de un Análisis Ideológico del Derecho a un Análisis Económico del Derecho. Tal vez no resolveríamos todos las cuestiones de una manera eficiente, pero tal vez si conseguiríamos tender hacia la eficiencia del ordenamiento jurídico.
ResponderEliminarPor mucho que el legislador dicte normas "imponiendo" el coche eléctrico, si las normas jurídicas no consiguen cambiar el comportamiento humano, no avanzaremos. Tal vez más que imponer, hay que incentivar. Tal vez ningún político, ningún jurista, ningún legislador se haya planteado lo que se plantea en esta entrada. Ni los "no juristas" se plantean lo que se plantean los juristas. Científicos y jurídicos pretenden lo mismo. Menos contaminación, salvar el planeta del cambio climático. Tal vez sea el momento de sentarnos todos en la misma mesa. "Cruzar" conocimientos y conseguir esos objetivos comunes, que todos queremos, y que no acaban de conseguirse.