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jueves, 16 de agosto de 2018

Turismo responsable (y política)

Oigo en la radio (en Hoy por hoy de la Ser) una entrevista con la autora de un artículo sobre el turismo responsable. Sorprendentemente no da recetas, sino elementos para la reflexión. Desde un punto de vista teórico esto es maravillosos. Te acerca conceptos en los que quizá no habías pensado y que tienen un desarrollo académico complejo como huella de carbono, economía circular o gentrificación. Hace un llamamiento a que uno se informe, lea blogs y revistas de viajes y con esa información y los conceptos que conforman el constructo de responsabilidad del turismo tomes tus decisiones. Tan impecable como inútil. ¿De verdad esperamos que el mundo cambie gracias a la concienciación individual?

Hacer una tesis doctoral para elegir unas vacaciones no solo es algo que requiere mucho esfuerzo, sino que lo más probable es que se llegue a diferentes conclusiones sobre lo que hay que hacer de verdad para conseguir "ser responsable". Y es que todos estos conceptos tienen considerables escalas de gris (como el de  "apropiación cultural", también de actualidad estos días ¿dónde está la línea razonable, en no pintar de negro a un blanco para un papel de negro, en no poner un actor hetero para un papel de gay o en exigir el título de medicina a actores para papeles de médico?). Este proceso de la individualización de la responsabilidad en la práctica da lugar a una minoría erudita encabronada discutiendo los tonos de gris y una inmensa mayoría que sigue vacacionando dónde le da el presupuesto y le recomendó el cuñado.

Sin embargo es muy importante que la sostenibilidad sea algo a considerar en las decisiones que tomamos. En estas situaciones yo tiendo a pensar que el estado es el gran invento que debería ser garante de los valores comunes. Mediante un sistema consensuado de agregación de las preferencias (un parlamento elegido adecuadamente) se toman decisiones que resulten de obligado cumplimiento y se imponen con la energía que sea necesaria. Así creamos reservas naturales, espacios protegidos, cotos de caza y pesca, cortafuegos y sistemas públicos de vigilancia forestal, etc. etc.

Pero esta aproximación también es un tanto utópica. Fundamentalmente por tres razones:
(i) El conflicto con la libre competencia. Parece que los ejemplos del siglo XX de países donde el 100% de la economía era estatal han dejado claro que eso genera un desánimo individual intolerable. Así que hay que encontrar equilibrios entre la iniciativa privada de poner un hotel o un apartamento en alquiler y la decisión colectiva (pública) de si en qué condiciones se puede hacer esto.
(ii) La capacidad real de los gestores de lo público. Cuando se habla del estado de forma genérica se piensa en instituciones ideales encarnadas en personas también ideales. Pero la realidad es otra. Son personas reales las que han de encarnar esas instituciones, y parece que el ejercicio del poder también "empodera" los peores instintos humanos. Corrupciones y abusos de todo tipo limitan gravemente esa visión ideal del estado como agregador y ejecutor de las decisiones colectivas.
(iii) La reacción frente al poder. "Si el pescado azul que antes era tan malo ahora es bueno es porque los intereses económicos le han presionado lo suficiente". "El wifi está permitido por las presiones de las telefónicas". Este tipo de razonamientos generan un estado de opinión contrario a un excesivo papel del estado (curiosamente desde colectivos autoetiquetados de izquierda en muchos casos).

Así que sea por la "derecha", por la "izquierda" o gracias a la tranversal corrupción, el papel real del estado tiene limitaciones muy importantes, y no está siendo capaz de reaccionar a suficiente velocidad a los retos acuciantes que se plantean a la "sostenibilidad" y  la "responsabilidad". Aquí estamos sin saber cómo regular los nuevos monstruos que nacieron como ilusionantes mejoras de la economía colaborativa o el comercio electrónico (apartamentos turíticos, pseudotaxis o blablacars, amazones y walapops)

¿Conclusión? Ya me gustaría tener una suficientemente fuerte y de largo plazo. Como decía antes, tiendo a creer en las soluciones colectivas, en el estado. Quizá una reforma importante de la configuración actual del nuestro (leyes electorales, partidos, etc. una nueva constitución a fin de cuantas) pudiera minimizar los 3 problemas reseñados y recuperar un papel más fuerte. De lo que estoy casi seguro es de que la responsabilización individual no solo no es una solución sino que acelera el mal camino. Todo el tiempo que las personas concienciadas dedicamos a hacer las tesis doctorales con las que decidir dónde comprar alubias o dónde ir de vacaciones no lo dedicamos a la Política (ciencia que trata del gobierno y la organización de las sociedades humanas, especialmente de los estados).

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