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sábado, 10 de octubre de 2015

Los profesores universitarios que investigan son mejores docentes. ¿Seguro?

Por si alguien tiene mucha prisa, la respuesta corta es que si, el consenso de varios metaestudios sobre el tema muestra una correlación positiva aunque no muy fuerte entre productividad científica y calidad docente. El que no sea muy fuerte significa que aunque la tendencia estadística está ahí, hay muchísimos contraejemplos individuales.

Esta cuestión está de actualidad por que se acaba de publicar un estudio del que se hacían eco los medios precisamente con ese titular: “Los profesores universitarios que investigan enseñan mejor” (1, 2). El título del trabajo es “(How) Do research and administrative duties affect university professors’ teaching” (3) (se puede leer el preprint aquí (3’) ). El artículo se basa en un estudio de más de 600 profesores de la Universidad Jaime I de Castellón, y encuentra una correlación clara entre calidad docente y productividad investigadora con carácter general. Pero también con matices, por ejemplo que cuando la investigación pasa de un punto, la docencia se resiente. Aunque los datos se tomaron entre 2002 y 2006, se analiza el impacto del Real Decreto que modificó la carga docente del profesorado en 2012 (y que ya comentamos aquí (4) en su día), concluyendo que ha supuesto una reducción de la calidad docente de más del 7%.

A la hora de realizar este tipo de estudios es más fácil enunciar lo que se quiere comprobar que medirlo. Se trata de las actividades investigadora y docente; sobre ambas se han derramado ríos de tinta (o de bits, que habrá que plantearse actualizar el dicho). La investigación, dentro de lo que cabe, se mide con criterios bastante consensuados tanto de cantidad (publicaciones) como de calidad (citas) y se mide con frecuencia y presión. La docencia sin embargo es una actividad cuya evaluación está mucho menos consensuada y no se practica de forma sistemática, al menos con metodologías congruentes en diferentes universidades. Por otro lado las diferencias pueden ser importantes entre áreas, tanto en lo que es una buena clase como en los estándares de investigación como en las tradiciones de evaluación.

Así pues, tanto la metodología como el objeto de estos estudios resultan complejos. Por ello es fácil encontrar estudios que dan lugar a correlaciones negativas (como este (5) de departamentos de Ciencias Políticas) como positivas (como este (6) de departamentos de Derecho o este (7) de Economía). Es por tanto necesario recurrir a metaestudios, evaluaciones comparativas de múltiples estudios ponderados por en tamaño de la muestra y otras consideraciones de fiabilidad y representatividad. Una revisión de este tipo muy exhaustiva, publicada en 2004 (8), concluía que la correlación es positiva pero débil, como comentábamos al comienzo de este texto.

Si pasamos de la mera correlación a plantear posibles relaciones entre la docencia y la investigación, cómo se potencian o interfieren, la lista es enorme, y la literatura al respecto muy extensa (mucho más que los estudios cuantitativos). La revisión antes citada (8, pgs 8 y 9) presenta un listado muy completo y sintético de estos argumentos, tanto de los que apoyan la correlación positiva (las sinergias entre ambas actividades) como las negativas (sus interferencias).

Probablemente es imposible establecer una conclusión definitiva, universal y fuerte del tipo “los profesores que investigan son mejores docentes” (o la contraria). En algunos ámbitos hay una tendencia fuerte en un sentido y en otros la contraria, pero al promediar respecto de muchos se suaviza la tendencia.

Cuando vi ese titular me llamó la atención por que coincidía con mis sensaciones (generadas a lo largo de 25 años de profesión). Tengo la sensación de que entre mis colegas, los más capaces lo son en todo, en clase, en investigación, en gestión o en cualquier otra actividad a la que se dediquen. Y esto es así con carácter muy general. Puedo recordar contrajemplos: el gran docente que no investiga, el gran investigador que pasa de sus alumnos, o el que lleva toda su vida de cargo en cargo y no se recuerda como sería en otras actividades. Pero son casos aislados frente a una gran mayoría, la “de la correlación positiva”. La evidencia experimental disponible parece congruente con esa imagen (sesgo de confirmación mediante).



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La figura está tomada de (6), ya que ejemplifica una correlación positiva débil, que parece el consenso de los metaestudios. No me he atrevido a pone la del preprint del trabajo de actualidad, en parte por su actualidad y en parte por que es más compleja de analizar.


Referencias (aunque están enlazadas en el texto, se incluyen listadas):
(1) http://www.dicyt.com/noticias/los-profesores-universitarios-que-investigan-ensenan-mejor
(2) http://www.agenciasinc.es/Noticias/Los-profesores-universitarios-que-investigan-ensenan-mejor
(3) http://www.tandfonline.com/doi/abs/10.1080/00036846.2015.1037438?journalCode=raec20
(3’) http://eprints.ucm.es/16615/1/1222.pdf
(4) http://joaquinsevilla.blogspot.com.es/2012/04/dedicacion-del-profesorado.html

(5) http://alexandreafonso.me/2015/08/13/does-better-research-mean-better-teaching/
(6) http://siemslegal.blogspot.com.es/2015/08/the-slight-positive-relationship.html
(7) https://www.uam.es/otros/jaeet13/comunicaciones/02_Rendimiento_de_la_educacion/Rodriguez_Rubio.pdf
(8) http://webarchive.nationalarchives.gov.uk/20130401151715/http://www.education.gov.uk/publications/eOrderingDownload/RR506.pdf

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