En la sesión de ayer del curso de verano "Frente a las pseudociencias" que comentábamos aquí, tras la estupenda charla de Helena Matute (que quedó grabada aquí), hubo una ronda de intervenciones del público muy interesante. Lo que más le sorprendía al personal es el apoyo oficil a estas prácticas, concretamente que se vendan (a veces muy agresivamente) remedios pseudocientíficos en farmacias.
Las farmacias requieren un permiso oficial de apertura nada evidente. Han de tener como responsable un farmacéutico titulado. De alguna forma el estado vigila la instalación de estos comercios para garantizar... ¿qué exactamente? Al permitirles vender esas cosas engañosas e ineficaces pierden toda la legitimidad que se buscaba. ¿Por qué se les permite entonces?
La explicación más razonable es la electoralista (como bien señalaba @cienciaKanija). Esa permisividad oficial da más votos de los que quita. Embarcarse en sacar un reglamento que impida vender medicamentos homeopáticos en farmacias generará un movimiento en contra de los usuarios de esos productos, alimentada por las empresas que los venden. Generarán debate público en unos medios que son bastante proclives a estas tonterías y que generarán falsos debates con postura supuestamente equidistantes. Al final, perderían apoyos entre los crédulos para no ganar nada. La inacción en ese sentido es gratis en términos electorales.
A la hora de gobernar en estados con democracia representativa hay que conjugar dos tensiones, por un lado la electoralista, hacer cosas que te lleven a mantener el poder; por otro lado la de estado, hacer lo mejor para el desarrollo de la sociedad que gobiernas. Es muy triste que todo lo que tiene que ver con pseudociencias (tolerancia a la homeopatía, intolerancia a los OMG, aceptación de las electrosensibilidades, etc.) solo sea atendido desde el electoralismo. Y además por todos los partidos.
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