La universidad vive la fiebre de los MOOC (masive opne online courses), de nuevo una iniciativa de las mejores universidades del mundo ha pillado a contrapié a todo el sector.
Hace una década, el MIT comenzó a publicar de forma abierta los contenidos de sus asignaturas en el proyecto Open Courseware. En aquel momento todos pensábamos que la documentación preparada por nuestros profesores era un valor fundamental, y llevábamos un tiempo quitando de las páginas personales contenidos que, por su gran valor, mejor no regalar. Error sobre error, los profesores que cerraron (o descafeinaron) sus páginas personales perdieron una década en un camino de ida y vuelta, y el movimiento corporativo se vio ridiculizado cuando los mejores empezaron a regalar su contenido. Atraídos por la espectacularidad del movimiento se desató la fiebre de copiar el proyecto, nosotros también queremos OCW. Así se comenzó un proceso supuestamente libre y abierto, con una cantidad de restricciones legales, tecnológicas y organizativas verdaderamente pasmoso. No se si se habrá evaluado seriamente aquel esfuerzo: costes (tiempo de profesores y técnicos sobre todo) y beneficios (... no se me ocurre ninguno).
Lo pero del OCW es que es un escaparate de un producto inexistente. Las universidades españolas son un negocio de proximidad, atienden a los jóvenes locales. Tan es así que no hay procedimientos de admisión para oras personas (puede haberlos en algún caso, pero complicadísimos). Más grave aún es que no tenemos unos precios adecuados para esos hipotéticos estudiantes captados en el exterior. Si finalmente ingresan pagarán lo mismo que los locales, entre un 10 y un 20% del coste real. Así que cuantos más trajeamos más dinero perderíamos.
Los que han inventado los MOOC sabrán porqué los hacen: campañas de marketing de productos que si existen (no hay más que ver lo que cuesta un año allí), recopilación de datos de aprendizaje para diseñar mejores productos, etc. Pero copiar la caja, el formato, la campaña de marketing, sin saber para qué no parece muy inteligente. Sin embargo la presión de la moda es tan fuerte que casi nadie se puede sustraer, igual que pasó con el OCW, o con la asistencia a ferias internacionales de universidades.
No se porqué me ha venido a la cabeza un vídeo clásico:
La figura está tomada de aquí
Los MOOCs son una de las mejores iniciativas que han sucedido en la educación superior desde hace mucho tiempo. Va bastante más allá del OCW. Cualquiera que haya hecho algún curso a través de Coursera o cualquiera de las otras plataformas sabe que está recibiendo la mejor educación disponible en el planeta y gratis (de momento). Yo he hecho varios y desde luego no cambio lo aprendido ahí por las clases casposas que recibí en la universidad española. Es la diferencia entre comer en un restaurante con tres estrellas Michelín y comer una hamburguesa en el McDonalds.
ResponderEliminarComo toda iniciativa rompedora, está en sus fases iniciales y tiene todavia que resolver varios problemas importantes: un modelo de financiación que permita a las distintas plataformas autofinanciarse o qué tipo de credenciales otorgarán y como realizar pruebas de evaluación que garanticen el valor de la credencial. Ahora mismo dichas plataformas tienen un problema de plagio muy importante. Sin embargo, para aquel que esté en una fase de su vida en donde las credenciales le importan poco (mi caso), el poder acceder a cursos de esta calidad y gratis es un lujo que vale más que un crucero por el Mediterráneo. Os obligará a los profesores malillos a poneros las pilas :D.
Y otra cosa. Tambien es obvio que a quien más perjudican estas iniciativas es a los profesores que trabajan en universidades de segunda o tercera división. Harvard, Stanford, MIT o Caltech no van a tener ningún problema. Sin embargo, una universidad normalita puede llegar a la conclusión que le sale mejor, tanto económicamente como en parámetros de la calidad de la enseñanza, ofrecer en sus clases algun curso de los ofrecidos por Coursera en lugar de tener a un profesor propio enseñando la misma materia. Los profesores de dicha universidad se dedicarian a tutorias. Por tanto por menos dinero (puesto que al tener subcontratadas las leciones no se necesitan tantos profesores), se ofreceria una educación de mucha más alta calidad. Los estudiantes ganarían, las universidades ganarían y está claro quien no ganaría tanto :D.
ResponderEliminarNo critico los MOOC, y menos aún las buenas universidades que los han inventado. La entrada no va de eso. Son cosas que no entienden los comentaristas anónimos malillos ;-)
ResponderEliminarBueno, bueno, no quería ofender (¿o quizás sí :D?), lo que quiero decir es que los MOOCs ofrecen al común de los mortales acceso a educación que de otras maneras sería imposible. El año pasado audité esta clase sobre arquitectura de microprocesadores. El profesor usó como libro de texto un clásico. Hasta ahí no muy distinto de lo que sería una clase en España. ¿Diferencia? Ese profesor, antes de serlo, trabajó como diseñador jefe en una de las pocas empresas que diseñan microprocesadores (a parte de tener una educación en MIT). Simplemente, en España no existe ningún profesor dando clase de arquitectura de microprocesadores con ese background. La diferencia entre enseñar lo que pone en un libro de texto y haber participado en el diseño de microprocesadores es brutal.
ResponderEliminarCon eso no quiero decir que los MOOCs vayan a substituir a todas las clases presenciales (hay campos como la medicina en dónde eso es imposible). Pero en los campos científicos que no son experimentales, se avecina una revolución (eso sí, para los que dominen el inglés, para los demás les tocará aguantarse con la mediocridad).