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domingo, 6 de noviembre de 2011

Políticos de marca blanca

Cuando la falta de dinero aprieta, se empiezan a cuestionar seriamente gastos que venían asumiéndose como algo normal, y que en realidad aportan muy poco valor, los derivados de las marcas. Un ejemplo es el de las medicinas: si lo que cura es el principio activo no tiene mucho sentido financiar con dinero público medicinas de marca. Tampoco lo tiene hacerlo con dinero privado, pero allá cada cual con su cartera. Lo mismo pasa con el conocimiento científico: el sistema establecido de revistas le introduce un sobrecoste tremendo a los sistemas públicos de ciencia (como ya comentábamos en entradas anteriores).

Las amas de casa (1) lo descubrieron muy al principio de la crisis, y en los supermercados se han dejado de vender productos de marca en favor de las "marcas blancas", es decir, en favor de los mismos productos a excepción de la marca. Con el retraso habitual (podría haber sido incluso peor) el legislador (2) ha tomado medidas en el mismo sentido, en el caso de las medicinas forzando a la prescripción de genéricos (Real Decreto 9/2011, BOE 20 de Agosto), y en el caso de las revistas científicas obligando a la instalación de repositorios abiertos (Ley de la Ciencia, artículo 37).

¿Y si extrapolamos el concepto a la política? El genial J.R. Mora lo expresa explícitamente es esta viñeta, y de alguna forma, menos explícita, es lo que está detrás de los movimientos #nolesvotes (con interesante banda sonora y todo). Seguramente el caso más interesante en este sentido es el de Bélgica, que se ha pasado un tiempo larguísimo sin un gobierno realmente establecido. Mientras los problemas de las marcas impedían la formalización de un gobierno, unos políticos de marca blanca gestionaban el país sin que la vida diaria del país se resintiera un ápice.

En fin, no seré yo quien proclame la irrelevancia de la política ni la conveniencia de eliminar las elecciones. Siempre que ha ocurrido eso en la historia las cosas han sido muchísimo peores. Pero si que conviene ir pensando vías de revitalización de la participación pública, porque si de verdad funcionamos bien con políticos de marca blanca es que no estamos haciendo Política.

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(1), (2) Cuestión de género: ni "el ama de casa" es femenina ni "el legislador" masculino, son términos establecidos para referirse a la persona que gobierna un hogar en el primer caso, y al colectivo de personas que hacen y aprueban las leyes. El género de las palabras usadas para su denominación no presupone nada respecto del sexo de quienes las encarnan.

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