Me dice un amigo que sus hijos van a comenzar ya a aprender Chino Mandarín. Está convencido de que cuando sean mayores será el idioma inexcusable, como hoy lo es el inglés (y tanto se disgustan las personas que en sus estudios primarios cursaron francés). De su experiencia, relativamente amplia, de trabajar con colegas chinos, está convencido de que a los occidentales nos queda muy poco tiempo de liderar la economía mundial. Los chinos ya no se limitan a fabricar lo que diseñan en Estados Unidos, ni siquiera se limitan a fabricar, sino que han comenzado a “externalizarse” y cada vez más tiendas y bares están hoy regentados por gentes de aquel país. Como decía Napoleón, cuando China despierte el mundo temblará, y parece que se están desperezando ya.
Otro de los contertulios se sorprende, más bien se lamenta, de que hayamos llegado a esta situación siendo un régimen tan poco democrático. La democracia es cara. Y eso de irse lejos a producir bajo condiciones laborales y medioambientales que no toleramos para nuestros hijos es trampa. Una trampita que le puede salir bien a los primeros que lo intentan, pero que se vuelve contra todos cuando se generaliza. ¿Por qué se permitió llegar tan lejos? Si hubiera sido con Fidel Castro no hubiera ocurrido, del mismo modo que las Comunidades Europeas no permitieron la entrada de la España de Franco.
A mí me parece que desde que cayó el muro de Berlín ya no hay más argumentos que los económicos ni más economía que el liberalismo a ultranza, un cortoplacismo miope que exprime todo lo que toca sacando mucho jugo hoy y no dejando para mañana más que la cáscara amarga. Absurdamente lo defensores de ese sistema les enseñan a sus hijos Chino Mandarín y se lamentan por lo dura que va a ser su vida.
Muy interesante reflexión. En suma, vivimos una auténtica crisis con agotamiento de nuestra confianza, pérdida de horizontes, de creencias, pura contingencia todo. Anunciada y presentida antes (desde la II GM, me parece amí) brota hoy con todo esplendor, a consecuencia de la globalización. Nuestro reto -o el de nuestros hijos, más bien- consistirá en habitar este suelo que encontramos movedizo y traicionero y nutrirse. Parece algo imposible, pero la humanidad lleva siglos adaptándose: admirable
ResponderEliminarEn lo de la pérdida de horizontes coincido sobre manera. No hay más que ver el 15 M y similares: sabemos lo que no queremos pero en absoluto lo que si.
ResponderEliminarNos adaptaremos, claro; es un imperativo biológico. Pero la sensación de renunciar a controlar el propio destino es desalentadora.
Muchas gracias por el cometario
Que manía con lo del liberalismo a ultranza. Parece que todo aquello que no sea política de extrema izquierda es calificado de liberalismo. Se "acusa" de neoliberales a socialistas de toda la vida: MAFO, DSK y tantos otros. Parece que hay una noción del liberalismo completamente alejada del liberalismo como doctrina política y económica que sustentan los que se autoproclaman como liberales.
ResponderEliminarEsta confusión tan generalizada no puede venir más que del desconocimiento del significado y/o definición del liberalismo. Y... cuando se critica algo que se desconoce... ¿se critica de forma justa o estamos cayendo en el maniqueismo impulsado a fuerza de consignas falaces?. Quiero decir que el mundo es mucho más amplio de lo que se puede leer o escuchar en Público o Intereconomía (ambos al mismo nivel de basura en mi humilde opinión).
Las políticas que se están aplicando no son neoliberales, a no ser que, como tantas veces, nos inventemos una definición del neoliberalismo que se ajuste a nuestras críticas.
Un saludo