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viernes, 18 de junio de 2010

El mensajero, y sobre todo el mensaje

Hoy aparecía un titular el El Pais en el que se confundía burdamente "radiación" con "radiactividad". Se le atribuía a los teléfonos móviles emitir radiactividad (que no lo hacen) en vez de radiación, que es la base de su funcionamiento. En twitter se ha comentado muucho y lo han cambiado con bastante rapidez. En fin, pensemos que fue una errata y no hagamos más leña del árbol caído. Pero este asunto ha distraído del fondo de la cuestión.

En San Francisco se ha aprobado una normativa que exige a los fabricantes que incluyan en el etiquetado el nivel de radiación que "emiten" los teléfonos móviles que allí se vendan. Esta pequeña frase contiene un par de temas que me cabrean profundamente:

1.- Las autoridades hacen dejación de sus funciones, y en vez de tomar decisiones racionales y defenderlas frente a los lobys de presión transaccionan y derivan los problemas a los consumidores: que se ponga en la etiqueta y que cada uno haga lo que quiera. Las etiquetas son importantes, y es muy bubeno que se regule la obligatoriedad de incluir información para que los ciudadanos puedan elegir (si un alimento lleva gluten, si los tomates son murcianos almerienses, etc.). Pero no se debe abusar de esa práctica, y menos para eludir decisiones importantes. Un ciudadano no puede hacer una tesis doctoral para cada producto que ha de consumir. ¿El atún se ha pescado con artes respetuosas para los delfines? ¿Las magdalenas llevan aldon de maíz genéticamente modificado (cuanto, con qué modificación)? Si la emisión de los móviles no se ha probado que produzca efecto nocivo alguno no tiene sentido alrmar a la población con el asunto de las etiquetas. Eso es dar pábulo a campañas de intoxicación de la opinión pública.

2.- Las rediaciones de los teléfonos móviles son radiaciones "no ionizantes": cada fotón no tiene energía bastante para ionizar un átomo (y por tanto paara alterar un enlace químico y, en última instancia producir una alteración genética como un cáncer). Ningún fotón, por muchos que hubiera. Pero es que además no hay tantos. Vivimos inmersos en ondas electromagnéticas: las producidas por los cables que distribuyen la potencia de red, los de las emisoras de radio, las de televisión, las del sol, las del espacio exterior,... No son sustancialmente diferentes a las de los teléfonos móviles. Si hay quienes se esfuerzan en demostrar lo contrario es a ellos a los que corresponde la carga de la prueba. Punto pelota.

Hablando justo ayer de este tema con un colega me quejaba de que los profesores de Ineniería de Telecomunicación no entran en estas cuestiones, las eluden. Sorprendentemente me defendió que esa es la postura correcta; un Ingeniero ha de ser capaz de medirla, de establecer el patrón de radiación, intensidad, etc. pero "no debe aventurarse a opinar sobre el efecto sobre la salid de esa radiación, eso es competencia del médico". Me imagino que el médico podrá decir lo mismo: nosotros decimos si hay cancer o no, pero cómo interaccionó no se qué radiación con un tejido no es de mi negociado. Este esfuerzo de parcelar el conocimiento científico en negociados disjuntos no es más que una estratajema más para eludir cuestiones escabrosas (entre otros fines espúrios que no me intersan ahora). Si los científicos y tecnólogos se la cojen con papl de fumar mientras se acepta todo género de barbaridades a los defensores de conspiraciones y mitos la sensatez irá perdiendo terreno.

7 comentarios:

  1. Joaquín,

    Tienes razón. Es un tema que conoces y eres capaz de apreciar la monstruosidad que supone ceder ante "la opinión pública" para, no nos engañemos, arañar un puñado de votos.

    Eso mismo ocurre en otros muchos ámbitos que conozco bien, y créeme si te digo que he perdido toda esperanza. No importa la evidencia científica, ni los datos comprobados una y mil veces. No importan las opiniones de expertos. No. Al político sólo le preocupa su reelección y acumular poder. Por eso no creo en ellos. Por eso soy mucho más partidario que tú de algo más cercano a una tecnocracia. Por eso no creo en que haya que mezclar gestión e ideología... dejemos trabajar a los que saben.

    Un saludo

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  2. Lo triste es ver ingenieros de telecomunicación defendiendo que los móviles son dañinos, que los estudios no son concluyentes y por lo tanto es mejor no usarlos.
    Ahí es cuando uno pierde toda esperanza.

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  3. Seguro que los hay tan incongruentes como eso, pero serán casos aislados. A mi me preocupa que la postura oficial del coloegio es echar balones fuera y decir que ese no es un tema de Telecos y que ellos no "opinan". A mi me parece especialmente grave, pero...

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  4. Es que una cosa es decir que las radiaciones no son ionizantes y otra y muy distinta, es que no son perjudiciales para la salud. Basta con mirar la cifra de accidentes de tráfico con un móvil implicado en el suceso...

    Un saludo

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  5. El argumento habitual es que si bien no son ionizantes, sí que transmiten energía en el sentido de calor.
    Es decir, lo mismo que un microondas calienta la comida, el móvil "calienta los tejidos".
    Aparte de la falta de pruebas concluyentes que demuestren esta afirmación, estamos ante la típica situación en la que se piden pruebas imposibles.
    Lo mismo que no se puede demostrar que no existen los gusanos verdes cubiertos de ojos, no se puede demostrar que no existe ningún daño derivado de las frecuencias del móvil.

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  6. El calentamiento es real, y por lo tanto se puede medir (además de calcular y simular a partir de las ecuaciones). Se ha hecho varias veces y resulta despreciable. No hay efecto ionizante, no hay efecto térmico, no hay estudios epidemiológicos que sugieran ningún efecto inesperado, no hay pruebas de que el uso normal (unido a la conducción, al uso de drogas u otras situaciones exóticas es un asunto fuera del alcance de mi discusión ahora) produzca ningún efecto en la salud. Pero tampoco las hay de que exista un dios y la mayoría de la población del planeta "cree" en alguna variante de ese mito...

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  7. En el caso concreto que se comenta creo que hay dos aspectos fundamentales en la decisión del estado de California de "informar" sin más. Como se ha mencionado una es la de preservar votos. Yo no digo ni que si ni que no, así todos amigos. Y la segunda es curarse en salud (perdón por la no intencionada broma) ante posibles demandas legales futuras, algo muy presente en todas las decisiones en EEUU. Del tipo "me quemé los mismísimos porque se me cayó el vaso de café hirviendo y no ponía nada en el vaso para avisarme". Por eso el estado de California tiene distribuidos por todos los sitios carteles advirtiendo de la posibilidad de que algo pueda llegar a ser cancerígeno, teratógeno o lo que sea. Ahí queda, luego no me vengas pidiendo responsabilidades.
    Los científicos, a fin de cuentas, hacen los mismo. Para qué nos vamos a meter en camisas de once varas, nos vamos a ganar desprestigio, en algo que no nos incumbe? Nótese que como ellos defienden, lo que les incumbe es pronunciarse exclusivamente sobre su parcela de conocimiento. Y no les falta razón. Porque debería ser el legislador el que llamase a formar una comisión con expertos y todas las partes que puedan estar implicadas en el asunto y tengan algo que decir, para dejarse asesorar por cada uno de los que realmente saben de lo que están hablando. Y luego él, que es a quien de verdad corresponde tomar la decisión con responsabilidad, que legisle.
    Pero claro, eso sería pedir que cada uno haga su papel correctamente y lo haga de manera responsable.

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