Hace tiempo que había renunciado a discutir sobre economía. Es una de las pocas cuestiones sobre las que no consigo aunar mis reflexiones y mis sentimientos con suficiente coherencia como para que alguna de las dos no salga trasquilada. Pero ahí queda, como elefante en la habitación de la conciencia, siendo eludido pero con una presencia permanente. En esto que te reúnes con buenos amigos, de esos muy inteligentes, y buenos espirituosos, de esos muy intoxicantes (o quizás deshinibidores). El caso es que ahí explotó la conversación y el elefante se removió soltando trompazos.
Intentaba construir un argumento "termodinámico", un modelo de caja negra, en el que olvidando detalles, sólo con ver lo que entra y lo que sale se pudiera sacar una conclusión relevante... "gentes sin casa y casas sin gente". Relevante es, pero no arroja ninguna luz sobre la dinámica de la situación, no es un razonamiento, solo muestra el sentimiento de desasosiego que produce ese desajuste. En el otro lado, en un análisis del mercado de la soja te van detallando sus evoluciones hasta que te sientes como cuando un matemático te acaba demostrando que 1=2, "Emosido engañado". Todo acaba en el sentimiento, mi intento de razonar y el de comprender el razonamiento ajeno.
En el momento la cosa quedó inconclusa; con esa acusación permanente, y muy fundada por cierto, de que los físicos, armados de una vaca esférica, entramos como elefante en cacharrería en cualquier disciplina pretendiendo dar lecciones. Pero de esas te quedas molesto, aparte de la discusión más o menos agresiva a veces (que la amistad y la intoxicación perdonan), está el que siguen sin cuadrar las cosas. Hasta que una mañana en esos momentos creativos que brinda la ducha se me apareció un atisbo de solución: pudiera ser un efecto secundario.
Los sistemas complejos tienen propiedades emergentes, y muchas de esas son destructivas para el propio sistema. Existe la vida y existe la enfermedad, no como cosas diferentes, sino como dos caras de la misma moneda. Llamamos enfermedad a vida que no nos gusta, la vida de virus y bacterias que nos infectan o la vida deformada de algún modo que nos produce sufrimiento, pero vida a fin de cuentas. La única manera de acabar con la enfermedad de una manera definitiva es acabar con la vida. Lo mismo pasa con la organización social y el delito. En grupos humanos de alta densidad solo se puede convivir estableciendo un sistema de normas bastante amplio. El propio establecimiento de las normas deja comportamientos al margen. Sólo en ausencia de ley deja de existir el delito. Las gaviotas no delinquen cuando una se come el pez que otra sacó del mar. En el gif que ilustra la entrada no hay movimiento circular, es un artefacto causado por puntos que se mueven en línea recta cada uno.
Pudiera ser que en el caso de la economía, lo que me produce sentimientos desagradables ("especulación", desajustes de mercado, etc.) sean los efectos secundarios de creaciones económicas como los mercados, el crédito, los mercados de futuros, etc. Pudiera ser que cuando discutimos sobre estas cuestiones los "críticos" (no sólo entre físicos) centremos la mirada en la cruz de la moneda y los técnicos (esos sí casi siempre economistas) estén deslumbrados por la cara. A fin de cuentas salvo que se ponga uno muy bizco es imposible ver a la vez las dos caras de la moneda. No me cabe duda de que la existencia del mercado y del crédito son estupendas. Si no tendría que vivir en una casa que me hubiera construido yo o bien que pudiera pagar a tocateja. Si vivo así de bien es gracias a esas creaciones. Quizá "casas sin gente y gente sin casas" es la enfermedad/delito de esas creaciones. Quizá no se puedan eliminar del todo sin volver a la edad de piedra (Marx no lo quiera).
Eso sí, hay ecosistemas más sanos que otros, vida más higiénica y sociedades más seguras que otras. Si el caso de la mis "monstruos económicos" fuera un efecto secundario de los sistemas complejos aún nos queda margen para la discrepancia y para la militancia. Igual que ducharse a menudo evita infecciones y votar a menudo corrupciones, habrá formas de actuar que optimicen la relación coste beneficio de ese sistema complejo recién llegado que es la economía. Me alegro de seguir teniendo discusión para próximas reuniones.
Dedicado a Pedro y María, magníficos anfitriones.
Una visión personal de la Universidad en general y la UPNA en particular; la ciencia, la docencia y otras hierbas.
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miércoles, 27 de febrero de 2019
viernes, 22 de febrero de 2019
Fraude, salud mental y masculinización... Conecting the dots
Tratandose de ciencia sería necesario hacer estudios que lo confirmasen, pero observando determinadas tendencias de la ciencia actual aparece una hipótesis de forma inmediata. Los síntomas son:
- La mitad de las mujeres que se dedican a la ciencia la abandonan tras su primer hijo (ver en Nature)
- La salud mental de los estudiantes de doctorado es peor que la de otras personas de edad similar en otros trabajos estresantes (ver en Nature o en Science)
- El aumento del fraude científico, retracciones, irreproducibilidad, etc. (ver en Science)
Los dos primeros hacen referencia a los científicos como personas y el tercero a la ciencia como producto, como conocimiento generado. Este útimo ha generado su controversia y los estudios que hablaban de una aumento espectacular del fraude (de hasta 10 veces) hace casi 10 años se han puntualizado bastante, pero aún así creo que no hay duda de que hay un porblema de mala praxis científica significativo.
¿La cuasa común? Publish or perish, be highly cited or perish.
Lo malo de esa frase no es la parte de publicar o ser citado, sino el castigo por no conseguirlo de forma suficiente. La frase "publicar o perecer" la hemos leído muchas veces quizá sin pensar que el castigo para los que no llegan (llegamos) a pasar el listón es inmisericorde. No se trata de que no asciendas, tu sueldo suba poco, no consigas entrar en buenos proyectos... es "perecer", ser expulsado, abandonar la actividad.
En un momento histórico en que la ciencia es más importante que nunca (o tanto como siempre, pero seguro que no menos) no se puede exprimir a los científicos como naranjas de zumo. Bueno, sí se puede, pero lo que ocurre entonces es que muchos (y sobre todo muchas) abandonen, y en los que no lo hagan se resienta su salud mental o ética (o ambas).
Esta realidad se compadece muy mal son el llamamiento al "fomento de vocaciones STEM", un mantra cada vez más institucional y extendido... O quizá sí que se entiende, ya que no va a haber incentivos de verdad (sueldo, condiciones laborales apetecibles, etc.) tenemos que alimentar inventivos internos, "vocaciones". Que las personas sientan la llamada y se lancen a la tarea aun cuando no sea una opción racionalmente sensata. Claro que nadie de las personas que conozco que trabajan para aumentar el interés por la ciencia (y más aún en mujeres) lo hacen con esta visión tan malvada, pero sistémicamente es lo que estamos haciendo entre todos.
Quizá tendríamos que empezar a hablar del elefante en la habitación de la creación científica...