El 18 de octubre abrió en la casa de cultura de Sangüesa la exposición "El ojo electrónico". Es una colección de fotografías hechas con microscopio electrónico por Javier Vesperinas, el técnico de la UPNA que maneja dicho microscopio en el servicio de apoyo a la investigación. Son fotos muy curiosas de cosas cotidianes, granos de sal y de azúcar, la punta d eun bolígrafo o las alas de una mosca. Una muestra de lo que cambia el mundo cuando lo miramos a otra escala.
Me tocó a mí iagurarla con una breve charla sobre la historia de la microscopía, la propia exposición y, para no perder la costumbre, un poco de "cacharrismo" al respecto. Hicimos el microscopio consistente en poner una gota de agua sobre la lente de la cámara del movil (con un pastiquito para evitar dañarla, claro) y el del láser verde (ya contado con detalle antes).
Esta exposición viaja dentro del programa "antenas de la UPNA", un intento de extensión territorial de la universidad al territorio navarro más allá de Pamplona centrándose especialmente en lo cultural. Esperemos que funcione bien, esa extensión es muy importante (por contraposición con otras mucho más caras e inútiles). Asistió poca gente a la inaguración, pero lo pasamos fenomenal.
Una visión personal de la Universidad en general y la UPNA en particular; la ciencia, la docencia y otras hierbas.
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jueves, 18 de octubre de 2018
martes, 16 de octubre de 2018
Jornada sobre Aprendizaje-Servicio en la UPNA
El aprendizaje- servicio es una metodología docente en la que los estudiantes han de realizar un proyecto real con impacto social fuera del aula en el que se pongan en práctica conocimientos curriculares de la asinatura de que se trate.
Es una especie de cuadratura del círculo que, cuando ocurre, resulta maravillosa y gratificante para todas las partes, pero que cuesta de identificar y poner en marcha.
El 16 de octubre se celebró en la UPNA una jornada sobre el tema y me invitaron a contar brevemente mi experiencia. Ya en 2013 se celebró otra (ver aquí) en la que tenía más sentido participar, porque hacía cosas en aquel momento. Ahora fue más recordar los proyectos final de carrera que hacíamos con Tasubinsa. Pero por un conjunto de motivos aquello terminó.
De la jornada me gustó la ponencia inagural, de Pilar Aramburuzabala, describiendo lo que es el APS (ver notas en la figura), y algunas ideas sueltas que me llamaron la atención del resto de las ponencias (en su momento tuiteradas aquí):
Es una especie de cuadratura del círculo que, cuando ocurre, resulta maravillosa y gratificante para todas las partes, pero que cuesta de identificar y poner en marcha.
El 16 de octubre se celebró en la UPNA una jornada sobre el tema y me invitaron a contar brevemente mi experiencia. Ya en 2013 se celebró otra (ver aquí) en la que tenía más sentido participar, porque hacía cosas en aquel momento. Ahora fue más recordar los proyectos final de carrera que hacíamos con Tasubinsa. Pero por un conjunto de motivos aquello terminó.
De la jornada me gustó la ponencia inagural, de Pilar Aramburuzabala, describiendo lo que es el APS (ver notas en la figura), y algunas ideas sueltas que me llamaron la atención del resto de las ponencias (en su momento tuiteradas aquí):
- que la universidad tiene que bajar de sus torres de marfil y llegar incluso al barro
- que el APS se aproxima a veces demasiado al voluntariado (y a una acción social "misionera" un poco meh!);
- que la "tercera misión" de la universidad (tradicionalmente llamada extensión universitaria) requiere de un plan estratégico, en el que el APS encaja muy bien, pero entre muchas cosas más.
- que la divulgación científica es un ámbito en el que desarrollar proyectos de APS, especialmente para asignaturas de ciencias básicas.
lunes, 8 de octubre de 2018
Subculturas e identidades
Leía ayer la columna de Juan Ignacio Perez "Hay una subcultura femenina y una masculina" y luego, por azares de la serendipia, veo el capítulo (s2-e3) de Grace and Frnakie en que la pareja gay monta un "Drag Queen Bingo".
Esto me lleva a una conclusión que probablemente sea la lección 1 en estudios de género, pero que yo nunca había visto tan claro: el ocio que elegimos contribuye de forma sustancial a nuestra identidad, y en particular a nuestra identidad sexual.
Por eso hay una subcultura femenina y una masculina. Por eso los chicos que no disfrutamos con el futbol somos "frikis" (más o menos orgullosos de ello según hayamos podido gestionar esa peculiaridad); incluso sospechosos de homosexualidad (bueno, en el cole esa palabra era muy sofisticada, con "maricón" se apañaban mejor).
Hace años, trabajando en una empresa, los domingos por la noche veía Estudio Estadio (el programa que resumía los resultados de la liga) como parte del trabajo; tomaba apuntes, especialmente de los equipos de la gente de mi departamento. Era la única forma de tener conversación los lunes por la mañana, si no estabas fuera de juego (pun intended). Entonces no le daba más importancia, pero con los años me he acordado mucho de aquello. Y es que es un ejemplo en primera persona de como la presión de los pares hace que una persona ilustrada (que yo ya era doctor entonces y todo) se obligue a hacer cosas que no le apetecen en absoluto. El paradigma (subcultura o como le queramos llamar) ya estaba allí antes de que uno llegara, y te integras o eres marginal.
Afortunadamente la cultura, las subculturas (paradigmas y demás) no son estáticos, van cambiando. Y sobre ese cambio se puede influir de distintas formas. Por eso es importante la visibilización de los homosexuales (y de todo el espectro queer de sexualidades líquidas), de frikis, de personas que leen y demás minorías de una u otra forma marginales. Bueno, es importante si queremos que esa evolución vaya en la dirección de una cultura cada vez más inclusiva y abierta en la que más personas se sientan cómodas y nadie tenga que ver Estudio Estadio (ni hacer cosas mucho peores, claro). También hay gente insegura de su identidad que prefiere evoluciones culturales que refuercen los rasgos identitarios estigmatizando, incluso prohibiendo, toda expresión de la marginalidad... mejor no acordarse de este tipo de movimientos y confiar (wishful thinking, I know) en que la historia los disuelva.
Esto me lleva a una conclusión que probablemente sea la lección 1 en estudios de género, pero que yo nunca había visto tan claro: el ocio que elegimos contribuye de forma sustancial a nuestra identidad, y en particular a nuestra identidad sexual.
Por eso hay una subcultura femenina y una masculina. Por eso los chicos que no disfrutamos con el futbol somos "frikis" (más o menos orgullosos de ello según hayamos podido gestionar esa peculiaridad); incluso sospechosos de homosexualidad (bueno, en el cole esa palabra era muy sofisticada, con "maricón" se apañaban mejor).
Hace años, trabajando en una empresa, los domingos por la noche veía Estudio Estadio (el programa que resumía los resultados de la liga) como parte del trabajo; tomaba apuntes, especialmente de los equipos de la gente de mi departamento. Era la única forma de tener conversación los lunes por la mañana, si no estabas fuera de juego (pun intended). Entonces no le daba más importancia, pero con los años me he acordado mucho de aquello. Y es que es un ejemplo en primera persona de como la presión de los pares hace que una persona ilustrada (que yo ya era doctor entonces y todo) se obligue a hacer cosas que no le apetecen en absoluto. El paradigma (subcultura o como le queramos llamar) ya estaba allí antes de que uno llegara, y te integras o eres marginal.
Afortunadamente la cultura, las subculturas (paradigmas y demás) no son estáticos, van cambiando. Y sobre ese cambio se puede influir de distintas formas. Por eso es importante la visibilización de los homosexuales (y de todo el espectro queer de sexualidades líquidas), de frikis, de personas que leen y demás minorías de una u otra forma marginales. Bueno, es importante si queremos que esa evolución vaya en la dirección de una cultura cada vez más inclusiva y abierta en la que más personas se sientan cómodas y nadie tenga que ver Estudio Estadio (ni hacer cosas mucho peores, claro). También hay gente insegura de su identidad que prefiere evoluciones culturales que refuercen los rasgos identitarios estigmatizando, incluso prohibiendo, toda expresión de la marginalidad... mejor no acordarse de este tipo de movimientos y confiar (wishful thinking, I know) en que la historia los disuelva.