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sábado, 27 de abril de 2013

Sobre el (des)interés por el emprendimiento

Es habitual leer a personas escandalizadas por los datos que muestran que en España hay muy poco "interés por el emprendimiento". Se da por sentado que el emprendimiento es bueno, y el deseo de dedicarse a ello muestra de valor, viveza, energía, sana ambición y algunos valores personales más. En cambio los que no se animan con el emprendimiento (muchas veces identificados con funcionarios o deseosos de serlo) se menosprecian como acomodaticios, faltos de ambición, egoístas, cortos de miras y otros defectos personales más. Yo no comparto en absoluto esa visión fundamentalmente por dos razones:

1.- El propio valor de emprendimiento: "Emprender" en si mismo no significa nada, todo depende de lo que emprendas. "Emprender" significa "empezar", empezar un camino, una actividad (normalmente en el contexto económico laboral). A mi me parece loable que se establezcan empresas, empresas que resuelvan problemas de las personas, y que lo hagan de una forma adecuada (con armonía entre los distintos miembros de la empresa y un respeto razonable al entorno en el que se desarrolla la actividad). No me parece loable que se empiece y no se acabe, o que se establezcan empresas tiránicas con algunos empleados o destructoras del entorno. Lo que yo alabo es el empresario responsable, no el emprendedor.

2.- El deseo de emprender. Las dos cosas que mueven a las personas en su actividad son su bienestar personal y el bienestar de otras personas más o menos próximas. Hay muchos individuos en los que el motor  del bienestar de los demás (no necesariamente próximos a ellos) es muy poderoso y se hacen misioneros, cooperantes, "sin fronteras", etc. La militancia en organizaciones políticas, sindicales, de derechos civiles o por alguna causa concreta la podemos ver como un caso particular de deseo del bienestar de la humanidad  solo que mediado a través de un concepto abstracto (una ideología, un derecho específico o un colectivo). En este marco, el deseo de emprender una actividad de carácter económico, que le reporta un sufrimiento significativo al emprendedor, y que no tiene más misión que generar una actividad económica ¿porqué debería ser algo internaste para nadie? El mito del emprendedor se genera a posteriori. Personas movidas por la incapacidad de llevar una vida razonable (por hambre, persecución política o similar) se marchan del campo a la ciudad, de un país a otro, de un continente a otro y, cuando tienen éxito en su huida de la miseria los etiquetamos de "emprendedores". Pero no les movió un idealizado "espíritu emprendedor", sino la miseria.

En resumen, a mi resultan loables los empresarios responsables, los misioneros (a pesar de mi ateísmo militante), los cooperantes, los políticos, los manifestantes o los militantes, pero los "emprendedores" no.


(Otras visiones críticas con la moda del emprendimiento: No emprendas, La burbuja del emprendimiento)

La imagen (tomada de aquí) es una muestras de las muchas que listran el concepto de "emprendimiento" en ese experimento sociológico tan interesante que consiste en poner la palabra en google imágenes y mirar el resultado como un collage ¿de verdad "eso" es algo tan deseable?

jueves, 25 de abril de 2013

Futuro de las universidades

Se acaban de celebrar unas jornadas analizando el pasado presente y futuro de la Universidad Pública de Navarra. La reflexión siempre es buena, y mirar estas cosas con perspectiva muy necesario de vez en cuando.

En el corto plazo, lo que más condiciona la evolución de las universidades es el marco económico terriblemente restrictivo en el que se encuentran, y que dificulta muy seriamente el planteamiento de políticas de futuro y que, además, mina el ánimo de los que tienen que ejecutarlas.

Para arar recto es necesario atar el arado a una estrella. Aunque el suelo en el que andamos esté lleno de piedras hay que esforzarse en no mirar al suelo para esquivarlas, sino al punto de destino. En ese sentido me ha gustado mucho la presentación que dejo a continuación. No es que sea un plan estratégico formal ni mucho menos, pero es una colección de pinceladas inspiradoras sobre el deseable futuro de las universidades. La presentación procede de un meritorio MOOC que ofrecía la UdG, concretamente @MiquelDuran y su equipo a través de la plataforma Miriadax. (Mi impresión algo más detallada del curso aquí)


Me pregunto si hay alguien en la UPNA que esté pensando (institucionalmente) en nuestra estrategia digital, la presencia en las redes sociales de propósito general, la postura ante los MOOC, las nuevas formas docentes basadas en tecnología (flipped clasroom) y todo ese vórtice en el que, consciente o inconscientemente, vamos girando.

domingo, 7 de abril de 2013

¿Por qué en docencia no subimos a hombros de gigantes?


Walter Lewin ya ha grabado en vídeo las mejores clases imaginables de física general, lo que viene a sumarse a la existencia ya tradicional de magníficos libros sobre la materia. Puestas así las cosas ¿es sensato marchar hacia el aula con las manos en los bolsillos a interpretar una lección a tiza pelada? En mi opinión no lo es.

Podemos analizar una asignatura como un proceso de comunicación (1). El profesor transmite hacia los estudiantes, fundamentalmente, tres cosas información disciplinar (contenidos), instrucciones (ejercicios, etc.) y punteros (indicaciones sobre dónde hay más información). También ha de “transmitir” pasión, ilusión, interés, etc. Ha de transmitir emociones, pero estas no son contenido, sino parte del formato con el que el contenido se transmite, el formato de la comunicación. El estudiante transmite hacia el profesor (muchas veces con lenguaje no verbal): dudas, indicaciones sobre la explicación (más deprisa, más despacio) y ejercicios resueltos (problemas, trabajos y exámenes). Esa comunicación se produce en un entorno, a través de canales diversos, y se completa con comunicación entre pares (salvo en los exámenes, deseablemente), sin duda el modelo puede dar mucho de sí, pero de momento vamos a quedarnos con una versión simplificada centrada en la comunicación bidireccional profesor estudiantes. ¿Qué vías y modalidades de comunicación son las más efectivas? ¿Voz o texto, síncrona o asíncrona?

Sin ser un experto, hay cosas que se ven claramente fuera del entorno académico que pueden dar pistas. El texto se impone a la voz en muchas ocasiones (SMS, WhatsApp), y no solo por cuestión de precio, supongo que la “asincronía light” de la mensajería tiene sus virtudes para determinados mensajes. Seguramente hay que esperar a que los expertos en comunicación y educación vayan estudiando estos temas con la profundidad que merecen, pero mientras hay que seguir dando clase de alguna manera. Lancémonos a la opinión visionaria (un “educated guess” que dirían los ingleses)

Contenidos y formatos avanzan juntos permitiendo soluciones muy interesantes. Hay que aprovechar los contenidos excelentes que cada vez están más disponibles y en múltiples formatos (especialmente texto, vídeo y simuladores). La labor del profesor pasa de ser el trompetista de la orquesta de las fiestas del pueblo (malinterpretando los grandes éxitos de la temporada) a pinchadiscos de los mejores discos disponibles. Lo fundamental es elegir los mejores contenidos (seleccionar objetos de aprendizaje) e hilvanarlos en la secuencia adecuada. La secuencia de objetos de aprendizaje se sustancia en algún tipo de repositorio; cerrado como los LMS (Moodle y similares), abierto como un blog, u otras posibilidades que hay. A mi los blogs me encantan para esa función. Un repositorio abierto con una buena secuencia de objetos de aprendizaje es la esencia de un MOOC (solo le falta lo que aún funciona mal en ellos, la interacción y evaluación). Por otro lado, una secuencia de objetos de aprendizaje muy basada en vídeos es el corazón de las clases invertidas (the flipped classrom). Parece que si la lección está en vídeo en vez de en texto, puede sustituir a la clase magistral estándar (que es muy poco magistral) liberando el tiempo síncrono para actividades que le sacan auténtico partido a la sincronía: dudas y ejercicios.

Mi respuesta, por tanto, es que no es sensato ir hoy en día al aula a tiza pelada. Mi herramienta fundamental es el blog, un elemento que hace las veces de libro de texto. Un libro de texto que en ocasiones se lee solo, convirtiéndose en la lección. Un libro de texto que se actualiza de forma incremental y colectiva, con pequeñas mejoras constantes (añadidas por el profesor) debidas al esfuerzo de muchos autores (que son los que realmente generan contenidos nuevos). Un libro de texto que empieza a permitir que la docencia se suba también a hombros de gigantes.

Por cierto, este texto es en parte una racionalización del uso real que hago de blogs, que se puede ver en la pestaña "course ware" del blog
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(1) De una u otra forma tengo este modelo en la cabeza desde hace años (enlace), aunque entonces era aún más carca y consideraba sólo la comunicación unidireccional profesor estudiante