viernes, 22 de abril de 2011

Ver la tele acompañado

Cuendo me levanté esta mañana, mi hijo pequeño (que no el dinosaurio) ya estaba allí, viendo la tele. Veía una serie de dibujos animados y ante un chiste gracioso esbozó una levísima sonrisa, casi imperceptible. Entonces se dió cuenta de que había entrado yo en la haitación y su sonrisa se hizo mucho más amplia y natural, incluso rió.

Nunca me había dado cuenta de una forma tan clara de porqué nos gusta reunirnos para ver el futbol, u otros deportes, por televisión. Por un lado nos apetece dar rienda suelta a nuestras emociones y exteriorizarlas libremente, pero por otro lado, estando solo es muy raro (ridículo incluso) ponerse a reír, gritar, levantar los brazos... exteriorizar emociones. Las emociones se exteriorizan, al igual que se habla, para comunicarse con otras personas; seguramente por eso nos resulta tan extraño hablar solos, y en el mismo paquete va la comunicación no verbal. Así que cuando prevemos emocionarnos mucho con algún espectáculo buscamos compañía para facilitar el disfrute de esas emociones, sin incomodidades: ni la extrañeza de actuar solos ni la necesidad de reprimirse.

Tampoco necesitaba tanta reflexión, pero me ha ayudado a disfrutar aún más de Phineas y Ferb con el peque.

La foto es de un grupo viendo el futbol en 3D, tomada de aquí

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